Científicos de la Universidad Estatal de Moscú aseguran haber desentrañado el secreto de una zona anómala en las cercanías de la capital (tres kilómetros de carretera) que goza de mala fama por sus innumerables accidentes de tráfico.
Las fuertes oscilaciones electromagnéticas fueron registradas hace mucho tiempo. Pero nadie hasta ahora podía imaginar que pudiera tratarse de señales de la presencia de supuestos ‘aliens', que últimamente no dejan tranquilos a los pobres terricolas.
Coincidencia de circunstancias
En un principio el reto de los científicos fue el estudio de la influencia de la Luna en la actividad del cerebro humano, lo que pretendían realizar lejos de una zona industrial y demasiado poblada.
Sin embargo, una serie de acontecimientos enigmáticos no dejó al grupo de los investigadores llegar al lugar previsto. Curiosamente en el trsitemente célebre tramo de carretera uno de los participantes sintió una fuerte migraña, así que se decidió parar el coche.
“Levantamos las cabezas y justo en frente vimos un cartel enorme que ponía ´¡Atención! ¡Zona anómala!´", contaron posteriormente los investigadores. Y en un abrir y cerrar los ojos fueron testigos de un choque de dos automóviles. Sin pensárselo dos veces los científicos decidieron cambiar el campo de su estudio.
El estudio y la 'revelación'
Gracias a un detector especial del campo electromagnético se consiguió registrar en el lugar del accidente un impulso muy elevado de la perturbación. Luego, a unos 100 metros de la carretera, realizaron una sesión de fotos en gama de infrarrojo.
Al revisar las fotografías, los científicos descubrieron la presencia de unos extraños objetos, algunos parecidos a los meteoritos, otros a ‘caras’ los supuestos ‘fantasmas’, que los investigadores mismos llamaron ‘huéspedes de los universos paralelos’.
"Tenemos otra hipótesis que es mucho más realista. Sabemos que todos los procesos del mundo vienen acompañados por irradiaciones electromagnéticas que se extienden infinitamente en el espacio y dejan huellas. La claridad de las huellas depende de la fuerza de la irradiación”, explica uno de los participantes del estudio.
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